
La bahía de La Habana se encuentra escoltada por dos colinas, la de Cristo y la de Lenin. Tal vez alguien haya pensado que el reconocimiento y el merecido homenaje a la figura y el pensamiento de Vladimir Ilich Ulianov en Cuba solo tuvo lugar a partir de 1959 con la llegada de Fidel Castro al poder. No estoy entre los mal enterados, pues a mediados de 1957, en plena dictadura de Batista, cuando me fui a vivir al poblado ultramarino de Regla, me sorprendí al descubrir que la embarcación en la que viajaba llevaba en la proa el nombre de Lenin.
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