No leer a Gramsci en vano

Una de las premisas fundamentales del pensamiento de Antonio Gramsci parte de la necesidad de tomar el ámbito nacional y sus relaciones de fuerza como unidad de observación y de estrategia revolucionaria.

El 27 de abril se cumple el aniversario de la muerte del pensador y político comunista italiano Antonio Gramsci (1891-1937). Las aportaciones gramscianas configuran un punto culminante en la elaboración de la teoría marxista y del pensamiento socialista, que ejercen una importante influencia en el pensamiento político actual.

A diferencia de dirigentes revolucionarios como Lenin, Rosa Luxemburgo o posteriormente Mao, Che Guevara o Ho Chi Min, Gramsci no desarrolló su labor como dirigente o como teórico en un momento de ofensiva sino de reflujo y derrota.

Tras el fracaso del biennio rosso (bienio rojo) de 1919-1920, Gramsci reflexionó, influido por Lenin, sobre la necesidad de dar un viraje estratégico que expresó de la siguiente manera: “Hay que terminar con la idea del asalto para reemplazarla por la del asedio”, idea que el político italiano entendió como el paso de la estrategia de “guerra de maniobras” a la “guerra de posiciones”.

La vida de Gramsci está marcada por dos acontecimientos, la primera guerra mundial (1914-1918) y la Revolución rusa (1917). Sin embargo, a pesar del impacto de la guerra y del derrumbe del Estado liberal italiano, en Italia no triunfó una revolución como en Rusia, sino todo lo contrario, el fascismo.

Condenado a la cárcel por el régimen de Mussolini, Antonio Gramsci acomete una ingente obra teórica recogida en los Cuadernos de la Cárcel (1929-1937), en los que, a través de un estudio de la historia de Italia, intenta responder a la pregunta de ¿por qué la revolución en Italia ha sido derrotada?

De su trabajo, Gramsci saca dos conclusiones: en primer lugar, el fascismo no es una anomalía en la historia de Italia sino que supone la actualización del proyecto hegemónico burgués surgido del Risorgimento; en segundo, el dirigente italiano entiende que las causas de la derrota de los consejos de fábrica en el norte de Italia es producto del aislamiento de la clase obrera, consecuencia de su falta de política hacia el campesinado de la Italia meridional. De aquí Gramsci encuentra las condiciones para la elaboración de dos de sus conceptos centrales: el de hegemonía y el del bloque histórico.

La hegemonía del fascismo no solo se explicaba por el desarrollo de la coerción sino por la capacidad de generar consentimiento en torno a un bloque de poder, liderado por la burguesía industrial del norte y la burguesía agraria del sur, que lograba una adhesión de masas en torno a un proyecto nacionalista. Para derrotar al fascismo, según Gramsci, el Partido Comunista Italiano (PCI) debería impulsar la construcción de un bloque histórico que articulase a las clases subalternas en torno a una alianza de la clase obrera del norte con el campesinado del sur, en defensa de un proyecto nacional-popular.

Dicho proyecto debería culminar con la tarea de unificar realmente a Italia a través de la resolución de la cuestión meridional, es decir, del problema de la propiedad de la tierra y de la participación efectiva del campesinado en la vida política y cultural del país, lo cual convertiría a ese bloque histórico en hegemónico y al PCI en el nuevo príncipe moderno de la construcción nacional italiana.

El ámbito nacional como unidad de la estrategia revolucionaria

Una de las premisas fundamentales del pensamiento de Antonio Gramsci parte de la necesidad de tomar el ámbito nacional y sus relaciones de fuerza como unidad de observación y de estrategia revolucionaria. Planteamiento que ha influido en la problemática teórica de la política española contemporánea, en el marco de los debates surgidos a raíz del ciclo de movilizaciones sociales de la década anterior, de las relaciones de fuerza que emergen al calor de la crisis y de los profundos cambios que vive nuestra sociedad.

La crisis orgánica que sufre el capitalismo español y europeo nos debe posicionar ante conceptos claves del pensamiento gramsciano, como su elaboración de la hegemonía, de la reforma intelectual y moral, el bloque histórico, la revolución pasiva o el concepto de partido e intelectual orgánico entre otros.

Gramsci aparece como uno de los autores centrales para una parte importante de los movimientos sociales y de las nuevas generaciones de militantes y activistas, convirtiéndose en una referencia fundamental para la recuperación del marxismo en el debate académico, político y social de hoy.

Interés en una obra que muchas veces se nos presenta desprovista de todo su potencial revolucionario, desde la que se intenta difundir una concepción de la hegemonía como puro consenso, donde el Estado se confunde con la mera acción de gobierno y la acción política se reduce a un mero discurso comunicativo sin intencionalidad revolucionaria.

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