El Ministerio de Trabajo, en resolución y publicación en el BOE de 4 de agosto 2018 legalizó un nuevo sindicato: Organización de trabajadoras sexuales (OTRAS) cuyos promotores, algunos hombres, se autodenominan “trabajadoras sexuales”
Desde el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), queremos expresar nuestra indignación y rechazo por esta resolución política, que no se puede considerar únicamente burocrática, ya que, sin ningún género de dudas, puede tener consecuencias nefastas, no sólo sobre la credibilidad de un gobierno supuestamente feminista, sino también sobre el futuro de todas las mujeres en este país. No es suficiente con un cese simbólico.
Aparentemente la industria y las mafias de los negocios que amparan y promocionan la prostitución han conseguido influir hasta en el propio Ministerio, “colando un gol por la escuadra” como la propia ministra ha declarado a los medios. De ser así se trataría sin duda de un hecho sin precedentes, puesto que la manipulación política de un Ministerio debería ser considerada un problema de Estado.
Aun reconociendo las condiciones infrahumanas en las que mujeres y jóvenes prostituidas se ven obligadas a vender y alquilar sus cuerpos a los hombres puteros, siempre intermediados por otros hombres y organizaciones de proxenetas, al servicio de los cuales se crea esta “industria” capitalista de la explotación de cuerpos, esas personas que dicen alquilar o ceder sus cuerpos por voluntad propia, es decir, autónomamente, pretenden que se considere esta institución patriarcal que es la prostitución, como un trabajo normalizado para todas las mujeres. Y el Ministerio de Trabajo de un supuesto gobierno feminista, lo aprueba.
Como su nombre indica, el sindicato OTRAS pretende también tranquilizar la conciencia de las mujeres y hombres que nunca se dedicarán a satisfacer con sus propios cuerpos, la demanda de sexualidad machista hegemónica. Con la excusa de “garantizarles derechos”, eso sí, el de las OTRAS, se justifica de esta manera eludir la responsabilidad de hacer políticas efectivas, construyendo un mundo mejor, igualitario y más justo para TODAS. Los políticos y políticas que apoyan la medida, se olvidan y eluden con ello establecer verdaderas políticas feministas, para que ninguna mujer deba, por influencia ideológica, pobreza o necesidad ser prostituida, gracias a la violencia real, institucional o estructural de una sociedad desigualitaria.
Normalizar esta explotación patriarcal con el nombre de trabajo ha sido el principal objetivo ideológico del patriarcado y de los y las neoliberales para los cuales, son los propios cuerpos el objeto de negocio. Son también nuestros cuerpos el campo de batalla donde se libra la ofensiva de la desigualdad de poder entre hombres y mujeres.
La prostitución no puede representar nunca un trabajo normalizado para las mujeres, jóvenes, trans, o esas OTRAS feminizadas, que de manera voluntaria o no, forman un ejército de cuerpos al servicio de la sexualidad masculina hegemónica.
La institución ha sido regulada en muchas ocasiones por los estados a través de la historia. La novedad ideológica y capitalista de considerar “el oficio más antiguo del mundo” como un trabajo normal permite que todas las mujeres, sus cuerpos y sus orificios, puedan estar en venta, entrar en el mercado. Como voluntarias, una ínfima minoría, o de manera involuntaria, a través de la trata con fines de explotación sexual y la violencia, como está también demostrado y dicen las estadísticas. La trata existe porque debe alimentar a la industria de la prostitución de cuerpos las 24 horas que se ofrecen en el mercado. Existe porque nuestras ciudades y nuestro país se han convertido en un destino de turismo sexual reconocido, de bajo coste o destinado a los ejecutivos de día que se convierten en puteros por la noche, en las Ferias y Congresos.
La novedad no es pues que se legalice la institución de la prostitución, la novedad postmoderna y neoliberal consiste que se la considere un trabajo regular para las mujeres, cuerpos al servicio de los privilegios de hombres puteros, verdaderos promotores del negocio y la explotación, aunque la considerada “industria” que acompaña a este negocio masculino, sea una de las más letales de la historia.
Nos dirigimos a los políticos, a las instituciones, a los sindicatos y a la sociedad:
Comparen las diferentes leyes y legislaciones ya existentes en Europa, cumplan las leyes sobre igualdad y protección de las mujeres que ya están promulgadas por organismos y tratados internacionales y hagan verdaderas políticas feministas para que ninguna mujer sea obligada por tradición ancestral y privilegio machista, pobreza o necesidad, a ser penetrada, violada y abusada, por hombres puteros que ejercen su poder, organizada o individualmente, con un amplio apoyo social, mediático y político.
No cuestionamos a las mujeres que se encuentran en esta situación, sino a toda una sociedad patriarcal y neoliberal que la permite, la perpetúa y la alimenta. La lucha feminista no pasa por normalizar como trabajo la esclavitud de género que representa la prostitución.
Las feministas antipatriarcales y anticapitalistas no lo aceptaremos. Nos va el futuro de TODAS las mujeres en ello.